Por David Alexir Ledesma Feregrino
@dave_lefer (redaccion@asilegal.org.mx)
José Luis nos recibió hace unas semanas en el Barrio Bravo. Nos enseñó a bailar salsa con el ritmo local y nos guió con orgullo por los pasillos de la identidad tepiteña. Antes de él yo estaba peleado con el baile. Quizás porque se me había impuesto a través de él el sistema de género y la idea de que tenía que comportarme como «macho». Pero su clase fue distinta y pude disfrutar al cien del sabor de la danza. Baile con un hombre, en medio de un montón de parejas heterosexuales, y me di cuenta de que no sería feliz sino hasta que se respetaran mi identidad y mi expresión de género. Así lo hicieron mis compañeras y compañeros y así lo hicieron José Luis y su esposa. Las y los jóvenes participantes del Foro VIRAL 2013 atestiguamos su gran pasión por el arte y el desarrollo de la comunidad. Después de participar en la coordinación de este evento dedicado a la prevención de la violencia (de todo tipo, incluyendo la sexual y de género), José Luis ha tenido que enfrentarse de cerca a una realidad nada pacífica. Su hija fue agredida sexualmente y criminalizada por defenderse.
La hija de José Luis, Yakiri, tiene 20 años y se encuentra en el penal para mujeres de Santa Martha Acatitla (Distrito Federal). Se le imputa el delito de homicidio por defender su vida. El lunes 09 de diciembre fue secuestrada por dos sujetos en la colonia Doctores y agredida sexualmente. Cuando Yaki estaba a punto de ser asesinada con un cuchillo, por uno de los violadores, logró revertir el ataque y con la misma arma apuñalar al agresor. Yaki logró escapar y acudir al Ministerio Público a presentar una denuncia. La justicia pudo haber llegado pronto, pero las declaraciones del violador sobreviviente tuvieron más peso que las de Yaki. Porque Yaki es mujer y en este país eso significa ser ciudadana de segunda categoría y, por lo tanto, no tener derecho al acceso a la justicia. Se le ha criminalizado por no ser una mujer sumisa y callada, por defender su cuerpo y su seguridad personal.
José Luis (en compañía de diversas organizaciones de la sociedad civil) ha iniciado una campaña mediática para exigir a las autoridades la liberación de Yaki, la reparación de los daños y la impartición de justicia. Esperamos que en las próximas horas el caso pueda seguirse difundiendo y se logre que el gobierno escuche a la gente. Ojalá que pronto José Luis pueda seguir promoviendo la paz con el baile, al ritmo de su mantra: «Por mi barrio hablará mi rumba».
Tepito es grande pero faltan doce y ahora una más, criminalizada por ser mujer.
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